El caos se sigue apoderando de la ciudad estadounidense de Ferguson una noche más tras la muerte el pasado fin de semana del niño de color de 12 años a mano de un policía que confundió su pistola de juguete con una de fuego real.
Esta noche han sido más de 2.000 policías enviados a apaciguar los disturbios producidos en toda la ciudad ante la indignación de sus habitantes de que el jefe de policía no diese muchas explicaciones de lo sucedido y el policía que disparó no se haya arrepentido de nada de lo ocurrido. Decenas de coches destruidos, locales reventados literalmente, una iglesia incendiada y 67 detenidos es la suma de lo acontecido la noche del lunes. El el gobernador del estado, Jay Nixon dijo en rueda de prensa: «No vamos a permitir más hechos de violencia. Nuestra población no puede vivir sumida en el miedo y vamos a proteger sus propiedades y negocios»
Ayer martes, ante tal concentración masiva de cuerpos de policía, los ciudadanos decidieron realizar una marcha pacífica reivindicativa, la cual ha sido secundada por otros 37 estados de EE.UU a grito de «Todos somos Michael Brown»